lunes, 9 de marzo de 2015

Steampunk en el cine

Referencias de Steampunk en Peliculas

¿Qué hubiese ocurrido si en plena Revolución Industrial, nuestra sociedad hubiera evolucionado tecnológicamente no hacia la vertiente electrónica y digital que hoy día conocemos, sino hacia una tecnología basada en el vapor y la combustión a base de carbón?

Eso es lo que, de algún modo, plantea el steampunk, subgénero de la ciencia-ficción cercano a la ucronía, es decir, que plantea una realidad histórica alternativa a partir de un pasado real conocido, el cual se distorsiona o modifica a conveniencia.

El término steampunk fue acuñado, a finales de los años 80, por el escritor Kevin W. Jeter, en un intento de denominar una corriente literaria que éste y otros jóvenes autores de ciencia-ficción y fantasía como James P. Blaylock, Tim Powers o Rudy Rucker estaban desarrollando. Jeter sentó las bases del steampunk con su novela Morlock Night (1979), siguiéndole Powers con Las Puertas de Anubis (1983) o Blaylock con Homúnculo (1986)

No obstante, las raíces de esta corriente literaria habría que buscarlas más atrás en el tiempo, con autores como Julio Verne, H. G. Wells o Mary Shelley, quiénes ya en sus obras, especulaban sobre un hipotético futuro basado en avances tecnológicos propios del ingenio de la época.

El steampunk se englobaría así en el también denominado retrofuturismo, que imagina universos futuristas anclados en el siglo XIX o mediados del XX. Por lo general, sus historias huyen del pesimismo y la decadencia social propia de otro subgénero, el cyberpunk, para ser un poco más entusiastas e idealizadas, con sociedades utópicas y una tecnología mucho menos sofisticada pero sí funcional. A menudo, la acción se desarrollaba en la Inglaterra victoriana o era victoriana, dicha así por referirse al periodo del reinado de la reina Victoria, una época en que se aportaron notables cambios en muchos aspectos decisivos de la sociedad, no sólo en el industrial o científico, pero que en relación a estos últimos permitió el apogeo de la Revolución Industrial británica.

Estéticamente es muy fácil de identificar, y se caracteriza por mecanismos –a veces estrambóticos- que funcionaban a base de vapor, carbón o relojería, en contraposición a la electricidad o el petróleo de nuestros días. Los rasgos mecánicos y estéticos solían exagerarse hasta el punto de encontrar artilugios o vehículos recargados de válvulas, reguladores, esferas indicadoras o tubos de conducción de cobre, dejando siempre a la vista sus engranajes (ruedas dentadas por doquier) y remaches. También era habitual la presencia de los dirigibles –muy comunes a principios del s. XX- como medio de transporte aéreo.

De todas maneras, ha llegado un punto en el que el steampunk ha traspasado las fronteras de lo literario, y se ha escampado hacia otras disciplinas o artes como el cómic (SteamPunk o The League of Extraordinary Gentlemen), la moda (compartiendo raíces con el movimiento japonés lolita fashion), la decoración, los videojuegos, el cine o incluso la música (véase el grupo Vernian Process, de sonido neo-clásico, ambiental y dark). Y es que la fascinación por esta corriente no conoce límites.

Pero centrémonos en su vertiente cinematográfica, que es la que interesa tratar en este artículo.

Obviamente, las adaptaciones de las novelas de autores anteriormente citados, como Verne o Wells, serían unos de los primeros ejemplos de steampunk en el cine, básicamente porque sus autores, sin pretenderlo y sin enmarcase estrictamente en ese subgénero, serían sus precursores. Así cabría destacar tanto la máquina del tiempo de “El tiempo en sus manos (La máquina del tiempo)” que dirigió George Pal en 1960, hasta el submarino del Capitán Nemo que inmortalizó Richard Fleischer en “20.000 leguas de viaje submarino” de 1954 (la mejor versión hasta la fecha, sin ninguna duda). Aunque antes que éstas ya hubo otras adaptaciones, he preferido señalar las más conocidas para el público y las que a un servidor más le gustan. También adaptando a Verne, podríamos citar a “El amo del mundo”, cuyo “barco volador” sería otro claro ejemplo de avanzada tecnología retro.

Incluso inspirándose en estos autores, no podríamos olvidarnos del primerizo cortometraje “Viaje a la luna” que hizo Georges Méliès en 1902, que ya contenía ciertos detalles de carácter steampunk, al igual que “Metropolis” de Fritz Lang, con su estética retrofuturista tan art decó.

Una de los últimos films de Jacques Tourneur, la poco conocida War Gods of the Deep (1965), podría adscribirse, en cierto modo, a este subgénero (sobre todo por los trajes de buzo)

Ya en la década de los ochenta, podríamos citar “Brazil” de Terry Gilliam, sobre todo por esas oficinas en las que trabaja el protagonista. Y también una curiosa película de animación en stop-motion hecha con plastilina titulada “Las aventuras de Mark Twain”. Ésta narraba las aventuras de Tom Sawyer, Huckleberry Finn y otra niña de los libros de Twain, a bordo de un barco volador capitaneado por el propio escritor, y en el que se mezclaban fragmentos de historias de sus libros. La verdad es que muy pocos la conocen y a día de hoy es muy difícil de encontrar (dudo que esté editada en Dvd)

La locomotora-máquina del tiempo que aparecía en la tercera parte de “Regreso al futuro” también sería considerada steampunk, aunque la película en conjunto no lo fuese (recordemos que aquella se situaba en el viejo oeste clásico)

Pero donde mejor se aprecia esta estética, sería en la espantosa “Wild Wild West”, con mucha parafernalia retro, desde los distintos artilugios que usan ambos bandos hasta la araña mecánica gigante o la silla de ruedas con la que se mueve el villano interpretado por Kenneth Branagh (teniendo en cuenta la época, lo denominaríamos western steampunk)

Las francesas “La ciudad de los niños perdidos”, joyita del cine fantástico galo, o la efectista y excesivamente recargada “Vidocq”, tendrían elementos muy propios de este movimiento.

Quizás una de las que sacó más provecho a dicha estética fue “La liga de los hombres extraordinarios”, que precisamente adaptaba el cómic que he nombrado en párrafos anteriores, y que sin entrar demasiado en detalles sobre su calidad (a mi me resultó entretenida, aunque muy mejorable y con un final pésimo), tenía un diseño de producción magnífico. Véase todo lo relacionado con el Capitán Nemo, como el Nautilus o el lujoso coche con el que se desplazan por Venecia; o el ejército de “M” (tanques y demás)

Al año siguiente de ésta, llegó “Van Helsing”, otra cinta que ofrecía una estética steampunk tanto en vestuario (el del propio Van Helsing) como en armamento (artilugios varios o el aspecto del mismísimo Frankenstein). Lástima que la película no estuviera a la altura de su cuidado diseño de producción.

El díptico de Hellboy a manos de Guillermo Del Toro también guarda ciertas características de este estilo, haciéndose mucho más patente en la secuela (en el aspecto del ejército dorado, sobre todo). El villano Karl Ruprecht Kroenen de la primera entrega o el aliado Johann Krauss de la segunda son quienes mejor representan ese ligero toque retro que caracteriza la saga.

Otro buen ejemplo sería uno de los mayores fracasos del 2007, “La Brújula Dorada”, que adaptaba la primer aparte de la trilogía de La materia oscura de Philip Pullman. Así cabría destacar desde el diseño de la propia brújula a algunos de los ingeniosos vehículos que aparecen a lo largo del film, como el dirigible de la malvada Mrs. Coulter (Nicole Kidman) o el carruaje de tres ruedas que aparece en la foto que acompaña este post.

Ese mismo año también se estrenó la magnífica “Stardust”, que también contenía algún que otro elemento steampunk, como el barco volador del Capitán Shakespeare (Robert De Niro)

O incluso The Prestige de Christopher Nolan en el 2006, gracias a su estética victoriana y algún que otro artilugio de los magos, podría asemejarse a ese mismo estilo.

Pero uno de los mayores exponentes de esta estética, y que mejor se ha reflejado en pantalla, sería la atractiva pero fallida “Sky Captain y el mundo del mañana”. Y es que si hubieran puesto tanto empeño en su ambientación como en el guión y los personajes, probablemente hubiesen conseguido una estupenda película de aventuras de delicioso sabor pulp.

Otra película, empleando la misma técnica de fondos digitales que Sky Captain o 300, sería “Mutant Chronicles”, que junto a “La criatura perfecta”, son la enésima muestra de buenas ideas y resultado mediocre.

Y por último, sería interesante citar como en la animación, también la estética steampunk se ha visto representada en películas como “Laputa: Castle in the Sky” de Hayao Miyazaki, o el caso más evidente de todos, “Steamboy”, como su título bien indica, de Katsuhiro Ôtomo (o también en formato televiso, véase Secret of Cerulean Sand o Last Exile). Incluso me atrevería a señalar que el robot gigante de “El gigante de hierro” de Brad Bird tiene ese mismo toque retro.

Y aquí finalizaría este pequeño pero básico repaso del steampunk en el cine. Probablemente no estén todos los que son, pero si son todos los que están. No en vano, si se os ocurren más ejemplos, podéis ampliar la lista con vuestros comentarios.
 

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